EL MIEDO

[Evaristo M. Gomez Lopez]

URCI (Universidad Rosacruz Internacional) MEDICINA

EL MIEDO

Por Dr. Juan José Mancheño FRC, Psiquiatra




Introducción

El miedo es una emoción. Dentro de las emociones hay muchas que están relacionadas; así, reverencia, ansiedad, angustia, temor, pánico y miedo se relacionan entre sí. Las emociones por lo general se han dividido en grandes categorías, que en resumen vienen a ser dos: agradables y desagradables. El miedo por esto debe entenderse como una emoción desagradable.

¿De dónde proviene el miedo? Se fundamenta en un instinto: el estar alerta ante el peligro. Por lo tanto, es un sentimiento desagradable que pone a nuestro organismo en guardia para enfrentarse a un peligro o a una amenaza. Siguiendo al psiquiatra Kurt Schneider, hay que distinguir la reacción de temor puramente refleja y la reacción a la vivencia del contenido del temor. En la primera, uno se aterroriza de algo (percibimos un

grave peligro para nuestra vida o la de alguien). En la segunda, uno se aterroriza del significado de la percepción sensorial; es una reacción vivencial de temor. En este segundo caso la percepción carece de importancia. Lo que cobra peso específico es el significado. Pero este significado es interpretado por una persona y, por lo tanto, dependerá de la experiencia previa de dicha persona, así como de su visión del mundo, de sus valores, de su ideal de carácter, y de las relaciones que establece con los demás y su mundo. Así pues, dos personas distintas no van a tener la misma reacción vivencial de temor, ni ante el mismo estímulo van a reaccionar de la misma manera; aunque, obviamente, el significado adquiere componentes amenazadores para las dos.
Por lo general, el terror y el miedo suelen estar motivados. Se tiene miedo ante algo. No obstante, en la últimas décadas del siglo XX se ha notado una creciente demanda de consultas en Salud Mental por miedos y angustias cuyas causas no parecen tan evidentes y, según la Organización Mundial de la Salud, se espera que la Depresión sea la enfermedad de mayor coste socio-laboral en el siglo XXI.

La angustia es la antesala del miedo. Es una supuesta reacción de alerta ante una posible amenaza, que puede volvernos paranoicos en casos extremos. En otros casos, esta angustia se manifiesta como síntoma físico, como un dolor de cabeza, de estómago o de pecho. Emoción viene de "emo-vere", que en latín significa sacudir o mover. Esto indica que las emociones son cualidades que nos llevan a la acción. No obstante, hay emociones y sentimientos que nos llevan a todo lo contrario, como la paz y la armonía.

Fisiología del miedo

El miedo se relaciona con la activación de las glándulas suprarrenales. Sus hormonas nos preparan para una emergencia, lo cual requiere una gran energía. Según la teoría James-Lange, la emoción o los sentimientos son la percepción de la conciencia de los cambios que se dan en nuestro organismo ante estímulos que éste recibe. Existen diversas teorías de cómo se transmiten estos impulsos, y en qué parte del cerebro se integran y regulan. Para unos pocos sería en el hipotálamo y para otros sería en la corteza cerebral.

Una cuestión importante es evaluar la respuesta al miedo. Debemos entender que existen reacciones contradictorias en sus consecuencias. Se supone que toda reacción debe ser consecuente con su causa. Sin embargo, a veces reaccionamos ante diversas emociones, como el miedo, de manera no lógica. Por ejemplo, ante un peligro podemos reaccionar con una conducta aún más peligrosa. Aquí interviene la razón. Es oportuno reparar en las consecuencias de nuestra reacción y en la manera en que podemos encauzarla. La intranquilidad y la ansiedad, a niveles básicos, son sentimientos y sensaciones que nos movilizan en la búsqueda de algo. La falta de satisfacción o la sensación de que falta algo, o de que algo va mal, es un sentimiento que nos moviliza hacia el progreso y la superación personal. Cuando tenemos esta sensación sería bueno hacer una profunda reflexión para encontrar y ajustar los cambios necesarios.

Hay mucha gente que se angustia y teme por su matrimonio, sus hijos, su trabajo, el dinero, etc.. Viven continuamente atormentados por tal o cual cosa. El miedo es una constante en ellos. En estas personas, la ansiedad y el miedo pasan de ser una reacción normal de adaptación a una reacción desadaptativa. Esto puede obedecer a la autosugestión negativa y, por lo general, lo que se teme es una pérdida real o imaginaria (que sigue siendo real para nuestra conciencia). Aquellos que temen entrar en los lugares cerrados, piensan que quedarán atrapados; se han dado a sí mismos la autosugestión de peligro, por lo tanto el cuerpo reacciona como tal. El cuerpo acumula energía para tal situación de emergencia. Aumenta la tensión emocional, la tensión arterial, la respiración, las pulsaciones cardíacas, la sudoración, etc. Sin embrago, esta energía no se libera en la acción, porque no hay nada ante lo que escapar ni ante lo que luchar.

Ante estas circunstancias, podemos invertir el proceso actuando sobre nuestro sistema biológico. Controlar la respiración y tener en la mente frases de autosugestión positivas puede ayudarnos. Una muy útil es la del poeta John Borroughs: "¡Pongo freno a mis arrebatos, hago retazos, en bien de aquello que me brinde la paz anhelada! Me paro en el centro de senderos eternos, y lo que es mío conocerá mi semblante."

Repetir esta oración mientras se inhala pausada y profundamente, ha dado buenos resultados; pero también podría valer esta otra más conocida:

"El Señor es mi pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierba me apacienta.

Hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi Alma: me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.

Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque Tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan."

Si además de unas frases inspiradas nos acompañamos de una imagen, el resultado será óptimo:

Tengamos fe en las causas y en los efectos, porque, a la larga, siempre ocurre lo mejor; aunque lo mejor a niveles cósmicos pueda resultar incomprensible para muchos de nosotros. La cuestión es: ¿queremos ser esclavos del temor o seres libres? El miedo es un estado mental que puede ser dominado y transformado. Los místicos saben que los mayores temores son aquellos que enfrentamos en nuestro interior.

En situaciones reales de verdadero peligro, nuestro organismo reacciona poniendo en acción unas sustancias (endorfinas) que nos tranquilizan y otras (catecola-minas y corticoides) que nos preparan para cualquier evento grave, incluido insufribles dolores, de tal manera, que nos hace muy resistentes al dolor intenso y al cansancio. Recordemos la historia del mayor Redside en Bengala: fue atrapado por un tigre hembra, la cual lo llevó hasta donde estaban los cachorros. Estos jugaban con él, así como la madre, como si fuera un pelele. Fue arrastrado 400 metros y durante más de una hora estuvo

sufriendo los juegos y dentelladas de tres tigres pequeños y su madre. Después de varios intentos, consiguió huir arrastrándose entre los matorrales. Cuando contó la historia, lo que más le sorprendió fue descubrir que tuvo más miedo cuando vio que iba a ser atacado por el tigre que cuando le atrapó, arrastró y le tuvo en su poder durante más de una hora. Durante todo este tiempo no sintió miedo, sino un gran interés en estudiar la manera de escapar. A nivel personal, tuve una experiencia similar: en accidente de tráfico tuve una fractura completa de tobillo, el pie quedó unido a la pierna sólo por la carne. No obstante, caminé durante más de media hora preocupándome de la salud de los demás; sólo sentí dolor horas más tarde, cuando ya estaba seguro y tranquilo, sin peligro. La adrenalina parece que transforma el miedo en acción y a veces en temeridad; muchos héroes le deben a la adrenalina su hazaña.
La naturaleza no es cruel, todo lo contrario.

Psicología del miedo

El problema del miedo cotidiano, por lo tanto, es que es un estado mental de nuestra conciencia que no tiene actualidad cósmica y que se basa en la anticipación negativa, la dilación y la abstinencia. No tiene sentido cósmico, ya que ante lo inevitable, la propia reacción biológica anula esta sensación a través de la acción y la anestesia al dolor. ¿Qué ocurre entonces?

El temor y la angustia aparecen cuando nuestras necesidades básicas están amenazadas. Este temor tiene mucho poder y el

poder que tiene es utilizado socialmente. Es de esta manera como se generan las supersticiones. Cuando ideas de este tipo, relacionadas con muestra cultura y sociedad, de cierto contenido mágico, matizan nuestra visión del mundo y nuestra relación con las demás. Las denominamos ideas sobre valoradas y encuentran su poder en alguna emoción, con frecuencia acompañada de angustia o de alguna forma de miedo. Cuando ese miedo se experimenta ante cosas o situaciones concretas que en sí mismas no son peligrosas, las denominamos fobias. Esto ocurre porque anticipamos negativamente algún desenlace. Por ejemplo la claustrofobia es miedo a entrar en lugares cerrados; existe la autosugestión de que no saldremos de ellos, de que quedaremos atrapados.
Cuando el miedo se experimenta a través de una idea que nos viene una y otra vez, se denomina obsesión. Para mitigar la angustia, el obsesivo intenta convencer a la idea obsesiva mediante algún ritual. Por ejemplo, los continuos lavados de manos en personas con obsesión de ser contaminadas por cualquier cosa.

Con frecuencia, el miedo aparece súbitamente, sin relación alguna con peligro real o imaginado. Son las llamadas crisis de pánico. Una persona está perfectamente en casa o en su trabajo y de pronto tiene una sensación muy desagradable de opresión en el pecho, palpitaciones, ahogo, con la impresión de que se muere o de que necesita salir corriendo. Algunos psiquiatras relacionan esta crisis con las nuevas posibilidades de la mente humana al producirse una activación de grupos neuronales, ante un posible contacto de un nuevo conocimiento desde el inconsciente. Este fenómeno estaría relacionado con ciertos aspectos místicos que más adelante trataremos. Para otros (la mayoría) sería un problema neurobiológico aún no bien resuelto, cuya encrucijada sería el ácido gamma amino butírico (GABA), el neurotransmisor inhibidor por excelencia del Sistema Nervioso. Para los psicoanalistas, el fundamento del miedo es por lo general inconsciente. Parten de la idea de que en el inconsciente permanecen reprimidos pulsiones y contenidos psíquicos que amenazan al yo (contenidos propios del individuo que nos parecen aborrecibles y no toleramos como propios).

Dentro del misticismo en general, uno de los psicoanalistas más interesantes es C. G. Jung. Fue creador de las teorías de los complejos y del inconsciente colectivo. Mediante un prolongado y exhaustivo estudio de los sueños, dio a conocer los arquetipos y las fases por las que pasa el ser hasta llegar al sí-mismo, el cual comparó con Cristo, la máxima realización del Ser. También comparó este proceso (llamado de Individuación) con la obra alquímica, que es un reflejo de lo que ocurre en el mundo onírico del Ser en su desenvolvimiento hasta el Sí-mismo.


Durante nuestra educación infantil aprendemos a reprimir los actos que son impulsivos y destructivos. Estos contenidos psíquicos pasan al inconsciente. Además, en él están todas las cualidades, buenas o malas, que no hemos desarrollado porque no se adecúan al rol social que hemos escogido. También permanecen en el inconsciente todos los instintos y pulsiones propios del reino animal. Es la llamada caja de Pandora, y en términos junguia-nos se denomina sombra. Más adelante incidiremos en esto.

Pérdida y transformación: Fe, discernimiento y esperanza

El temor hace acto de presencia en nuestra vida ante la posibilidad de perder algo. Muchas veces el desarrollo del ser genera movimientos psíquicos que nos incitan a cambiar, a transformar nuestras vidas. Todo cambio es una muerte y un nacimiento. El temor a esta muerte y el trauma de un nuevo nacimiento hacia lo desconocido, producen una resistencia al cambio. Esta resistencia también aparece en el curso de una psicoterapia.

El místico sabe que lo opuesto a la resistencia es la fe. La fe que nace de la confianza en la experiencia, en el conocimiento experimentado. El místico conoce que todo está en continuo cambio y que existe una ley mayor funcionado detrás. Toda transformación es un paso hacia delante. Por lo tanto, el místico afronta los cambios con la certeza de que son para mejor. Por esto el místico se ayuda del discernimiento. El discernimiento y la fe verdadera se oponen a la autosugestión negativa basada en pensamientos catastrofistas erróneos, claramente reduccionistas. A través del discernimiento, comprendemos claramente la naturaleza interna de las cosas y cómo éstas se corresponden con el mundo exterior de los actos; de esta manera, hacemos una lectura paralela de nuestra vida y de lo que ocurre en el mundo.

Cuando sentimos temor, debemos recurrir a la fe y al discernimiento para corregir la autosugestión negativa, habitual-mente relacionada con alguna pérdida supuesta o real (lo viejo ha de morir para que nazca lo nuevo). En nuestro desarrollo místico también es frecuente que aparezca el temor. En numerosos ejercicios y experimentos hemos sentido un temor que nace de nuestra falta de experiencia, de la impaciencia, de nuestra inconstancia, de recelos... Por lo general, estos sentimientos proceden del mundo inconsciente, de la sombra. Pero ¿cómo acceder a esta sombra? ¿cómo practicar el discernimiento? ¿cómo fortalecer la auténtica fe?

- El discernimiento surge de la certeza intuitiva de la meditación. Por lo tanto la práctica de la visualización y de la meditación es básica (concentración, visualización, contemplación y meditación propiamente dicha)

- La práctica del discernimiento fortalece la fe (conocimiento experimentado)

- El conocimiento de la sombra se inicia con la escucha de los demás, quienes actúan como un reflejo de nuestra psique desconocida (la sombra). El temor ante el mundo es el temor ante nuestra parte oscura. Aceptar el mundo tal como es, es aceptar a la sombra. Adviértase que nada de esto es posible si no somos humildes y aceptamos nuestra ignorancia de nosotros mismos. Los ejercicios de espejo y el estudio de los sueños nos ayudan en esta labor. Nos engañamos si pensamos que existe un método infalible para la comprensión de los sueños. Sólo un terapeuta experto en los contenidos oníricos y que conoce bien a su paciente, puede ayudarle a interpretar los sueños. No hay manuales.

Podemos dar algunas nociones generales, siguiendo a Jung, para comprender nuestros sueños. Si pensamos que el Ser es algo completo, en el inconsciente está todo aquello que le falta al yo consciente para ser completo. Muchos de estos contenidos psíquicos, al no haberse desarrollado, permanecen en estado primitivo, arcaico. Este material al principio se aparecerá en los sueños como un ser primitivo y grotesco (monstruo), o como animales. Conforme se va desarrollando (porque parte de su contenido va pasando y educando en el yo conciente), van apareciendo diversos personajes que representan cualidades psíquicas conocidas por nosotros (conscientes). Habitualmente aparecen amigos o conocidos con características similares a las nuestras, pero individualizadas en cada personaje. Con frecuencia, alguno de estos personajes suele ser desconocido, o no tiene rostro, o tiene un aspecto oscuro o siniestro. Otras, nos encontramos con barro o una sustancia parecida al petróleo o aguas fecales. Todo esto representa a la sombra. Nuestro trabajo consiste en aceptarla, en hacernos amigos, ya que también forma parte de nuestro ser. Su aparición genera angustia y temor, ya que representa lo más siniestro de nosotros mismos. No nos gusta reconocer que en realidad tenemos muchos defectos. Esta angustia nos lleva al enfrenta-miento, a la lucha y a la huida. Este enfrentamiento cara a cara con la sombra es lo que con frecuencia provoca resistencias al cambio en la vida cotidiana o en nuestros ejercicios místicos. Pero no debemos olvidar que el objetivo del místico es el conocimiento de uno mismo, lo que no será posible sin la integración de su sombra, porque no tenerla en cuenta puede llevarnos a continuos errores en la interpretación de nuestras intuiciones y meditaciones. Esta sombra representa la primera fase alquímica, el nigredo, la etapa del aprendiz. Es la fase más larga y complicada, porque el ego no quiere saber nada de su realidad inconsciente y la oculta con multitud de disfraces. En esoterismo se representa por el dragón, el león, la ballena... Se proyecta en la vida diaria como angustia en crisis, ansiedad, celos, fobias, obsesiones, rencores, orgullo, vanidad, egocentrismo, envidia... emociones y sentimientos que no son más que derivaciones sofisticadas de los instintos animales del cuerpo que evolutivamente encarnamos. A largo plazo, existe una astenia importante porque nuestra energía proviene de estos páramos tan recónditos del inconsciente (la serpiente). Su negación nos debilita, su aceptación razonada (Azufre) nos fortalece. Es el Mercurio de los alquimistas.

En el magnífico tratado "En Vos Confío", se contrapone el temor a la Esperanza:

"Las promesas de la Esperanza son más dulces que la rosa en botón y más seductoras aún para lo que aguardamos, pero las amenazas del temor son una cruz donde se crucifica la rosa.

Sin embargo, que la Esperanza no te seduzca ni el temor te impida apartarte de lo correcto... no aterrorices a tu Alma con vanos temores, ni dejes que tu corazón se hunda dentro de ti a causa de los fantasmas de tu imaginación."

Resumiendo brevemente y, a riesgo de ser reduccionistas, el miedo que no se corresponde con un peligro real y objetivo está basado en una autosugestión negativa, con relación a ciertos contenidos de la sombra que nos resultan amenazadores. El sistema nervioso autónomo reacciona ante la orden de peligro poniendo en marcha sustancias que despliegan una energía que se deriva a órganos importantes para el esfuerzo a realizar: corazón, plexo solar, pulmones y músculos. Es esta reacción del organismo la que provoca los síntomas y las molestias de la angustia, que pueden llegar hasta la sensación

de muerte inminente. Para evitarlo, piense que en esa situación vamos a tener una gran energía a nuestra disposición. Siendo conscientes de esto, podemos aprovecharla para recanalizarla hacia un fin adecuado y nos ayudará a solucionar el problema enfrentando la situación en vez de dejarnos llevar hasta el pánico.
Podríamos dar varios ejercicios más para enfrentar nuestra angustia. Pero el objetivo de esta lectura es adquirir confianza en nosotros mismos, tener fe en nosotros mismos. El lector está capacitado para crearse sus propios ejercicios con las líneas generales esbozadas. Con trabajo y práctica aprenderá el uso de sus propios recursos de manera creativa y aumentará el conocimiento de sí mismo y su fe. Se debe comenzar por realizar una lista de fuentes de tensiones que, sin duda, será larga. Para facilitar la labor, puede dividirla en tensiones por exceso y tensiones por defecto. Una vez que se ha hecho consciente de dichas fuentes, debe entender que se corresponden con su opuesto en el inconsciente y que por eso actúa así: intenta compensar fuera lo que le falta dentro.

Finalmente, tendrá que desarrollar un sistema que le permita la restitución de la armonía en esa cualidad, según sus propios recursos. A modo de ejemplo podemos explicitar algunas de las más frecuentes fuentes de tensiones: Por exceso de control (de los demás, de las cosas), por exceso de reglas, por exceso de apariencia, por exceso de información (acumulación), por exceso de moratorias (asuntos pendientes), por exceso de indecisión (equivocarse suele ser mejor que perder el tiempo), por exceso de descontrol (abusos de cualquier tipo, no respetar los ciclos naturales), por exceso de rutina, por defecto de perseverancia, por defecto de comunicación (asertividad), por defecto de práctica, por defecto de sencillez (la vida es más sencilla de lo que muchos creen, solemos estar tan pendiente de prolongar nuestra vida o de hacerla más fácil que nos olvidamos de vivir).

Una ley hermética dice que el hombre es lo que piensa. ¿Pensamos como seres libres o como esclavos de nuestros propios miedos? ¿Qué tal si empezamos hoy mismo a romper nuestras cadenas?

Fuente: Revista Rosa+Cruz, G.L.E. (A.M.O.R.C.)