La mayor aventura que existe en la vida es la de ser nosotros mismos
PAGINAS SUELTAS DE UN DIARIO
Madrugo a contemplar la belleza del amanecer. A sentir la caricia serena del desvelo sobre la piel. A impregnarme
del exquisito perfume que desintegra mis pasiones, para hacer de ellas mi
patria o el dragón en llamas que me inmola.
Me desafía el zumbido inflexible de las mujeres hermosas y carniceras. El oleaje macera a hembras y hembros,
confundiendo sus carnes con el fuego centellante de los sentidos al
enloquecerse. Dejemos que cruja la lujuria, para que te imantes a mi falo y te
goces contradiciendo a las leyes de la gravedad. Eres loca como un fulguroso
jazz.
Soy un incurable libertino clínico de los aullidos ciegos de la melancolía. El verano hace estragos bajo mis sábanas.
Lloro como la poesía de volcán que lanza ráfagas de versos dentro de la vagina,
que se conforma con la basura diabólica y pendenciera del veneno y del escarnio
íntimo.
Desde mi juventud me devoro enamorado la vida. El semen conserva muy pocos recuerdos, y la nariz huele como una loca, a
la sangre del corazón herido. El oleaje del cansancio se apodera de mi cuerpo.
No hay un rencor abyecto, pero ya no doy más. Me siento cansado y como un
leproso. Recuerdo cuando lloré como un loco, por la hermosura de tu confidente
piel. Posees esa espléndida belleza de una delicada orquídea, como cuando zumba
un lirio sobre la hermosura de una piel lozana.
Déjame gozar del blanco invernal que llevas pegado sobre tu piel. Me siento envejecido para rebuscar nuevas alternativas.
Mis manos desoladoras, destrozan a los buenos sentimientos, como garras de
gárgola. Mi suerte es del color de los muertos. Sé que le he llevado en ciertos
momentos fuego, a vidas desencantadas. Vivimos al son de la buena suerte, de la
cara o de la cruz cuando el destino lanza la moneda.
Los días se convierten en semanas, meses y años. Deliro respirando sin tener que usar una máscara. Un buen escrito puede
ser un buen mata gusanos. No tengo nada en contra de Dios. No me arrepiento de
haber renunciado al baile y a la bohemia. Ahora las noches urbanas son más
peligrosas que la selva. Olfateo a la hermosura desnuda de una belleza que me
acosa y me hace propuestas indecentes. La sífilis no es más que una advertencia
los imbéciles.
La libertad del pensamiento o ya muerto. El silencio conspira contra el idealismo. Los medios generan masas sumisas,
castradas y los que se rebelan, son quemados cual herejes ó brujas. Dijo
construyendo mi vida como un maestro frac masón. Pregono la libertad, la
igualdad y la fraternidad, como pilares y más que un revolucionario me
considero un remodelador de pensamientos. No acepto a las iglesias como clubes
sociales donde el objetivo es captar diezmos, ignorando la caridad.
Soy un cleptómano de astros omitidos en las metáforas. Soy un bagaje de delirios y dudosas vacilaciones. No puedo capitular
con los avivatos por unos beneficios personales. Soy un heterodoxo que se
desliza por entre los agujeros de las sombras. Me fugo de mis apegos para
encontrar soluciones a la confusión general. No soy antiséptico como los vates
que viven del sistema y a quienes eclipsará el tiempo, cuando recobre la
dignidad. Mi mundo es un espejo loco, donde las personas sobreviven fornicando
y bebiendo flatulento whisky, se buscan respuestas.
Creo en el poder de la confianza que nos permite permanecer de pie, cuando la situación es adversa. Creo en el éxito, a
través de la palabra y como antídoto contra el miedo. La confianza en nosotros
mismos es una autopista hacia nuestras metas. El leerme puede ser bueno contra
la melancolía y la jaqueca. Vivimos creando y arrancándole figuras que se
esconden entre las tramas y urdimbres de los lienzos. Sólo el artista ve y
rescata a estos fantasmas. No podemos continuar navegando con la brújula loca,
sumidos en la mediocridad por falta de liderazgo.
Espérame junto a las rocas para que gocemos como bribones. No deseo envejecer como las hojas verdes de los suspiros de las
olas marinas. Hay un dios agónico en el alma de todos, en las lágrimas de los
pájaros y en los dilatados ojos de los peces. Vístete como la muerte, las sandalias
del verano. No te detengas como los pájaros en el aire, a escuchar el ruido
crepuscular de las aguas la flor de la vida se recicla y muere demasiado
rápido. Vago como el tiempo que apila horas muertas.
II
Deja que cante nuestro otoño como el fantasma de un río de paz. Te sueño y siento espasmos en el insomnio por ti. Mis piernas
titilan con nostalgia esta mañana, mientras mi zozobra se agazapa: pensando en
ti. El clamor profundo de las llamas de mis cartas, es como el resplandor
profundo de la desesperanza. El amor es más que un silencioso éter o las
melodías de las rapsodias de las emociones. Me encanta sentir la danza de tu
vientre sobre mi pelvis y que anides dentro de mí, cuando tengo a mi alcance a
un buen vino. Mi cielo es más que la hierba que crece y cubre a las rocas o a
las fiestas de las imágenes que se esfuman al amanecer. He aprendido a navegar
con dignidad a la pobreza y es un acto heroico el sobrevivir a tu lado.
Deseo morir encadenado a los versos, que se liberan cuál mariposas, para que no se mueran sin ser impresos. Mi alma se
transforma observando absurdos. La tristeza me saluda a primera hora, como las
gotas del rocío. Ignora la necedad de las guadañas, que decapitan a las flores.
La vida siempre brotará de los capullos de las semillas. No me apremies. Deja
que el pincel fluya como las aguadas de una sutil acuarela. Siente el aroma
cálido de los recuerdos. Fúndete en mi pene, que no es más que un viejo
espantapájaros. Musitó tu nombre y se genera un revoltijo en mis sentimientos.
Caen mis sueños cual sandías de los árboles de las nubes. ¿Será nuestra
desdicha, el haber creído en un dios? No envejezcamos más escondidos de la
realidad.
No sé si lavar este sucio cuerpo, paraíso del olvido y de nadie. Me marcho a aventurar y a arrancarle besos a las
estrellas. Me cansé de pintar corazones y de escribir nombres junto al mío. Me
despido del delirio del mar, para descifrar la razón de mis heridas. Mi alma es
un escaparate con recuerdos absurdos.
No sé si puedan mis lágrimas regresar a mi viejo barrio. No creo que haya sobrevivido ni un perro ni un tendero, de los
que me distinguían. Soy una sombra para las paredes que me conocían. ¡Hasta las
muchachas envejecieron! Y los que pudieron ser mis suegros, han muerto. No creo
que tenga sentido ni fuerzas, para recorrer una última vez, las calles de mi
viejo barrio.
A veces desearía poder gritar algunos nombres de mis armadas, y me duele condenar a la voluntad de mi corazón al
silencio. Mis pensamientos deliran a los cuatro vientos, cuando recuerdan sus
caricias. A veces pienso que son sus pieles las que le susurran versos a mi
pluma. Mi piel se siente feliz de haber sido protagonista de las historias que
escribimos, los fines de semana. Soy un hombre dedicado al placer eufórico del
bambolearme entre el mal y el bien, para escribir versos.
Cómo amarte cuando te amo tanto. Dentro de mi cuerpo se viven viejas guerras invisibles. Mi sangre es un volcán de muertes
y de vidas. Siempre me pregunté: cómo podrá amar y enamorarse este caníbal.
¿Será que soy un amante del desamor, y de ahí el tono de todos mis versos? Mi
corazón tiembla con todas las barbaridades que he escrito; he intentado
desnudar todas mis pasiones, aunque he guardado muchos secretos de la intimidad
de mi media naranja.
Mientras me sienta vivo, puedo decir que le voy ganando una parte del juego al destino. Todos tenemos una cabañita que
crepita dentro del mar. Es un hogar de corales y fuego. Es como la canción de
la hierba que nos inspira sueños. Son las ilusiones que equilibran el ying y el
yang. Entre más soñemos, más peligro hay que esos delirios se hagan realidad.
No me importa la autenticidad de mis verdades.
No me considero desaliñado ni novio prestado. Simplemente ahora para mí, todos los días son dominicales. No finjo
mi tristeza, para no dañar el tono de los versos. Soy fiel a mi novia, a mi
compañera, a mi amante, y a mi mujer. Me sentiría muy mal, siéndole infiel a
alguna de ellas.
Sé que son ingratas las injusticias amorosas y por eso a veces me siento mal o peor que un bellaco murte. No sé por
qué el afán atropella a los sentimientos noveles y amamos como si nuestra amada
tuviese dueño. Anoche balee mi cuerpo a base de cervezas. Descubrí lo
insoportable que es mentir y ahora que sólo digo la verdad, no me creen.
Me siento como el enfurecido rey del ponto, despertado por la música de los jadeos amorosos. Es como si habitara sobre la
ciudad del amor. Me sorprende que las paredes no puedan detener al bacanal de
sus corazones. No sé si es amor lo que siento por ti o si es una imprudencia
decir que mi piel se siente huérfana. He aprendido a interpretar los silencios,
y me cansé de aprisionar recuerdos.
III
Escucho la música tus cabellos enamoradores, despeinados por los dedos del viento. Imagino tu piel como una melancolía con violines.
Soy más villano que caballero. Mi escudo de armas es un intaglio de corazones. Me siento como un enano, cuando alguna de
mis amantes me saca de entre Sus senos. Mi vida es un cuaderno de micro
relatos. Un mar de desgarradoras hojas sueltas. Es cantarina la soledad y el
miedo que transpiran algunos versos. Cuando mi carne comienza a tomar el olor
de alguna de ellas, se rompe el hechizo. No hay odio ni dolor, sólo
inimaginables desencantos.
Sé que si no le diera libertad a mis mujeres, sería un hombre con más cuernos que un reno adulto. Sé que todos somos
débiles y no nos podemos resistir al placer de gozar del amor. Soy un
sobreviviente de la ironía de los pecados. Sin ti, ya casi nada tiene sentido
para mí. Siempre soñé bebiendo vino en una taberna en España, en la Argentina o
Chile contigo.
¿Por qué no renuncio, a ese renunciar doloroso y malvado? Nada es más complejo que el mal y el infortunio. Mi
nostalgia recuerda con tristeza, el sabor de tu piel. Siento miedo que el
porvenir tapie, a la ventana suicida. Me tortura el dolor de tu silencio y el
calvario de la soledad. El ardor furioso de la pasión me rescata, del culo del
infierno. La congoja de la tristeza, oprime al corazón de mi angustia. El buen
vino endulza las alegrías de las fantasías. El sabor del jamón guarda el olor
del roble, que lo maduro con amor.
Me siento como un viejo fotógrafo del parque, captando recuerdos con versos. El amor siempre será un camino de fuego
y la vida, un callejón sin salida. Sólo escuchó los gritos de las agonías y el
silencio poético de los muertos. Nadie habla de la guerra cuando regresa, y es
ese silencio permisivo, el que engendra nuevas desgracias. Mis sentimientos se
equivocan, como cuando nadie sabe quién es el enemigo bueno o el malo. El
tiempo se agota, cuando se clepsidra. Amo las palabras, que cantan las miserias
de la vida.
Mi corazón de niño se enamora de la sonrisa mágica de la vida, cuando el cuerpo celestial palpita sugerente. Embriaguémonos
con los silencios de la sal y con las figuras que se refriegan contra el
espejo. Sólo los insomnios dorados nos permiten olvidar, las raíces de las
pesadillas. Ya añoro el tiempo como los viejos que se incrustan en recuerdos
necios. El miedo al perfume y a las muertes amorosas, es un arma de destrucción
masiva.
Tiemblo como el miedo de la juventud que se ha ido. Como el humo que dispersa el viento o las hojas otoñales que agonizan
cual gotas de lluvia. Eres generosa y muy querida, pero ¿cómo puede ser galán,
un añoso? ¡Déjame seguir creyendo que sufro del síndrome de Peter Pan! ¡No me
despiertes de este hermoso sueño!¡Jamás deje que la juventud, abandonará mi
corazón!
Deseo despertar y no encontrar el recado frío de un recuerdo a mi lado. Quiero que seas la musa de mis sueños hasta la eternidad.
Soy un maldito huracán de olvidos y de pasiones que acobarda, a las que le temen al caer en el caldero del infierno.
No me consuelo como los lobos del mar con una sirena sobre cada pierna. Soy un
maldito navegante amante de las aventuras y de los besos fáciles. No me importa
adueñarme de la mujer ajena, si es para hacerle una terapia de liberación y de
libación de paso. Soy un trébol deshojado por el infortunio.
Escucho a los increíbles silencios de las sábanas del verano. Han muerto misteriosas incógnitas, que nunca pudieron ser
explicadas por el cerebro. Como todo callejero vagabundo cansado de aprender
escuchando sandeces, me extingo como un volcán ensoñado por tu belleza.
Desperté encantado por la tristeza que aún se esconde bajo tu piel y esos
absurdos silencios que ignoran a las preguntas tontas.
Me fascina la placidez que esboza tu sonrisa, cuando se resbalan las caricias sobre tus pezones, pubis y piel. Hay
demasiada lujuria y aromas deliciosamente extraños sobre las sábanas blancas,
mas no inmaculadas, por su ansiedad y aprecio por lo prohibido. Hay amores
prohibidos, secretos, que borran rostros y nombres. ¿El nuestro será uno de
esos? ¡Eres el amor prohibido más delicioso! ¡Una rica burguesita con sabor a
picadito mortal!
IV
Deseo que mi cordura levite sobre tu edén y entre tus brazos. Quiero poseerte como un padrote y perder dentro de ti como un loco aventurero. Es vasto el imperio de los desquiciados sentidos.
Te amo. De día, de noche, a toda hora te pienso y te deseo. Eres la razón para despertar y existir. Te amo. Te deseo
compasión, con lujuria. Eres mi sol y la luna de mis esperanzas y suspiros. Te
amo. Dime que me amas y que te ame. Déjame delirar y soñar despierto. Permíteme
recogerte luceros y flores. Déjame regalarte una rosa ¡todas! Déjame amarte
hasta el amanecer y pasar en vela la noche, besando, contemplando y amando tu
cuerpo. Mi pequeña mocosa, mi gorrioncita, mi cosita fea, ni tortuguita, mi
diablita, ¡mi muñeca!
Déjame convertirme en el mago de tu vida. Déjame hacer realidad todos tus deseos. Quiero que vivas cada una de tus
ilusiones. Piensa como un espíritu inmortal, si deseas ser feliz por siempre.
Protege a tu espíritu de los corazones perversos y de los falsos mercaderes de
la fe. No despegues nunca la palabra amor de tus labios.
Deseo que el amor y la carne firmen debajo de las sábanas, con su hambreado deseo un hermoso pacto de permisividad indefinida para nuestras pieles.
¡Que muero! ¡Que no muero! No sé cómo disimular mi agonía. Me desvelo por culpa de mi inocencia y saber que mi amor sólo fue un ave migratoria en tu vida.
Voy a enviarte una postal desde el fin del mundo. Desde donde el fuego se hace tierra y el frío petrifica los bosques y
las almas. He navegado el lago Lacar y acariciado focas en el puerto. Le
escribí versos al volcán Lanin y me cansé de rebuscar con la mirada un cóndor
escondido.
Creo en la magia talismática de las pieles y de los sexos. Algunas generan energías positivas, disipan a las negativas,
sanan enfermedades físicas o psíquicas, generan prosperidad o todo lo
contrario, así como amor, sueños, viajes, pueden detener nuestras fantasías o
iluminar nuestros caminos.
Me fascinan las alegorías sabias de los bribones y los que forjan inmortales a sus almas. Sólo las grandes almas
continúan viviendo después de la muerte. No me interesa ser considerado
charlatán de feria, porque soy demasiado deshumanizado a veces, demasiado
carnal para ser considerado santo o pensador. Soy un bribón que promociona el
gozo como alternativa de cura para el hombre. Sólo las personas sagaces, puede llegar
a ser más que simples máquinas.
Mi alma languidece, mientras se deshielan mis sentimientos. Vivir ya no me produce dolor y mis fantasmas se mueren. Tu cuerpo me ayuda a bien morir con ilusiones o sueños aún por realizar.
No deseo quedar reducido a un montón de amarillentas páginas. Cuando mi mágico espíritu se deprime, no sé qué hacer.
Sólo soy amante del silencio creador. Me fascina escuchar a los vientos de la
vida y a los suspiros del corazón del amor. Sólo se escribí versos e ignoro a
las ideas absurdas de los necios. Me desesperan los espíritus que no escriben
historias o que no tienen nada que contar.
Me siento como un extranjero a la intemperie, añorando la casona de un corazón para pernoctar la oscuridad y el
frío. Sé que nada existe peor que el trabajo inútil y sin esperanza, por eso he
optado por ser el manager o promotor virtual de mis textos. No soporto al
infierno como un desierto silencioso, por eso amo a los pecadores, a las
pérdidas. ¿Será el conocimiento, el principio de nuestra desgracia? ¿Será que
existe un manual, para ser feliz? ¿Será que nuestra felicidad, depende la
memoria del olvido?
El tratado de no insultar con basura las palabras. No soporto ver a la fe cubriéndonos con cúmulos de nubes grises, así desvanezca nuestra miseria con ilusiones.
Soy el vampiro romántico de los años sin verano. Soy como una edición de bolsillo para almas rezagadas y cerebros
cortos. Soy el camino hacia el nuevo amor y la nueva muerte. Discográfico
traductor de las clásicas leyendas sin nombre. Mi mirada se va hasta la
empuñadura cuando contempla un par de hermosas piernas milongueras y porteñas.
Sé que soy un cronista de la transición entre la vida y la muerte. Un
sobreviviente recuperado del valle los caídos, un narrador de viajes
irrealizados y que sólo sirve de referente para los iletrados o los necios que
me leen. ¿Será que aprenden algo de mis idas y regresos, al infierno?
V
Ábreme la puerta trasera de tus silencios. Déjame abrazarme al vestido blanco de tus ilusiones. Permíteme correr a tu lado
como la risa del viento. Deseo depositar besos en tu frente, en tus ojos, en tu
boca, sobre todo tu cuerpo. Déjame comprar mi salvación con mentiras piadosas.
Exorcizo mis tristezas, escribiéndole a fantasmas. Te libere cadenas para que mis caricias gocen de tu desnudez. Sé que
hay canto en tu pelvis, pero también sé que puede esconderse la muerte en ella.
Déjame vivir con las facciones de los recuerdos, con las imágenes de sombras
vagas, con pedazos de mi sufrimiento. Bajo la luz opaca de tus mentiras, sé que
puede estar mi salvación, si me atrevo a abandonar mis principios y mi vida.
No soporto los sentimientos de vacío y de impotencia. No me resignó escribir, sin embarcarme con versos rebeldes para
multitudes silenciosas, desencantadas, oprimidas. Nada hay más redentor que las
palabras. El pregonado versos en el destierro y escribo en contrarreloj contra
el tiempo.
Perdóname por los escándalos de mis dedos y de mis besos. Déjame jugar con el pensamiento heterogéneo de la libertad. Mi
corazón late como una bandera y los paisajes vuelan lejos, con el soplo de una
ilusión. Te necesito cálida para que te pierdas en mi mundo.
Miro al mar como todos los amigos de la bohemia, como las golondrinas que anidan en tu pelo o como el fulgor de los
ojos de tus sueños. Eres como las noches encendidas por las aguamarinas o
luciérnagas.
¿Cuándo mueras, me recordarás? Hay atardeceres poéticos que se extienden y provocan, como las pieles salvajes que golpea la ternura o como la miseria de los traseros que esconden diamantes.
El tiempo pasó y me envejecí como el viento. Muero y moriré soñando. Soy como la imagen surrealista del absurdo. La
muerte pasa y me seduce, como un cofre mortuorio abierto. Es más que una
pesadilla o que la voz de un piano y un violín. Es como la sonrisa de Nosferatu,
mientras lee uno de mis textos.
Remaré con frenesí para huir de las tentaciones del destino. Jamás los sentimientos cambiarán, así miremos durante
horas por la ventana. Vivimos vagando como caballos de acero por las calles,
rodeados por hormigas y sin sentidos. Sentimos pavor de conocer a extraños.
Sobrevivimos al pavor, aferrándonos a otros. ¿Será que romper el silencio,
significa una entrega? Me siento miserable por no poder ofrecer más que versos
y besos sucios. No sé cómo describir o descifrar, a las lágrimas de tu belleza.
Permíteme expresar lo que veo y siento. Deseo seducirte con unas flores
imaginarias. No llores mi dulce niña, escucha los pasos del tiempo. Regresa a
la luz, que es la realidad de la vida. No envidies a los que se casan, sino a
los que son libres y felices sin cadenas. Mira al amor a los ojos; es como el
delirio de las fresas salvajes, o como el añoso gabán que se apolilla por las
calles.
Es curioso descubrir que muchos poetas escribimos para encontrarle razón a la vida, para no suicidarnos en vida como
necios o rebeldes sin causas. Estoy casi seguro que los muertos no nos escuchan
y que las oraciones se reducen a necias pérdidas de tiempo.
Me enredo a tu piel como los versos del poema. Como la respiración que fija el clavo a la madera. La mirada del
silencio etéreo, contempla impotente la muerte del tiempo. Los sonidos de las
canciones del agua de los jardines, me deleitan con la belleza de los silencios
de sus desnudeces. Despierto cuando presiento la mirada de una sombra. Me he
crucificado al rumor de mis sentimientos, al viento gris de los sublimes
acentos que redimen con rimas a la oquedad de mis versos.
Como un amante desesperado en lontananza, me rindo ante tu embrujador juego, casamentero de sentimientos. Así como rimar
no basta para hacer poesía, no basta que duerma al lado de ella, para que
sientas celos de un sentir puesto al fuego.
No me ames por caridad, porque me avergonzarías. Deja que el destino cante como una loca o como la muerte cuando
regresa de un campo de guerra. No dejes que se coagule mi sangre, cuando
desnudes tu cuerpo.
VI
Vivo enamorado como los gallos, de todo el gallinero. Me enloquece acobardarme o sentirme sucio, con absurdos sentimientos
recriminatorios. Dijo deslumbrado por la carne perfecta y la que por desidia,
se acaricia poco por imaginarse sobre amada. Me fascina la impureza de mi amada
y esa jactancia de sentirse aun hermosa, que la hace ver menos señorona. ¿Será
que se le escapó al tiempo? No sé porque vive furiosa, fumando como una mujerzuela
o una enferma mental.
Me siento como un vaso de vino en medio de la primavera. Ya no soy esclavo de las canciones a la luna, ni me aferro como
un ebrio a las piernas de cualquier mujer. Alumbró a las sombras con palabras,
para evitar ultrajar a algunas mujeres dignas, aunque a casi todas lo prohibido
y el pecado, las seduce como la miel del gozo efímero.
Jamás pronunciaré tu nombre, ni el tuyo, ni el tuyo. Para evitarle malos entendidos a la incertidumbre, le coseré los
labios a mi corazón, para evitar tentaciones. Encontrarán poesía regada entre
mis cenizas, pero ni un solo nombre. Es cruel este oficio de tener que
versificar, sin poder decir tu nombre, ni el tuyo, en el tuyo… no es por rubor,
sino por la hombría que debe ser caballera ante todo.
Me siento inútil como una canción vieja. El horizonte le ha cerrado los sueños a mi corazón. Me siento aturdido como el
humo del vino rojo. Escucho el bullicio de los cristales y las bondades del
amor que traspasa la pared. Mi cabeza cana imaginando una felonía o un
asesinato. La oscuridad no gime, aúlla. ¿Cómo puede ser tierno, el amor? Me
pregunta mi alma.
Dejemos que el amor repita con locura las olas y sus espumas. Ámame sin prisa y sin pausa. Deja que giren tus ritmos como
monstruos despiertos o como la magia que derrite al invierno. Vivamos la fiesta
de los frutos prohibidos. No nos cohibamos con la sal de nuestros sueños.
Paseémonos sin mapa alguno por los laberintos de la noche. No enciendas como
los idiotas la luz, con la necedad de tu voz.
Vivo deslumbrado como un ángel inocente, con el poder perverso de tus garfios. Eres una arpía endiablada por la fobia
con la socialización. Desvarías alocada y sin delicadeza, y me hace sentir como
una madeja cuando te desovillas.
VII
Me embriago con el sabor de la ambrosía amarga de tu cálida amargura. Sé que desearías huir como muchas estatuas de las
miradas maliciosas. Eres privilegiada como los gatos y perros falderos. Vives
al borde del maravilloso milagro, del temblor que amortaja. Eres la tormenta
que despierta mi sangre con lamentos y roceas con fragmentos de la erupción de
los deseos, que no logras atajar. Eres como el eco que emerge de los secretos y
de los nidos humeantes del amor. Eres como el milagro que nos rescata de la
cárcel y nos transforma en olas de viento. Me siento como un adolescente libre,
entre tus brazos carceleros.
Habló como un inmigrante que no es nadie. Soy un indocumentado más, por culpa del naufragio. Me siento como una estatua
de sal, por culpa de los golpes de la vida. Ayer odiaba y deshonraba a dios.
Hoy me sorprende y conmueve.
Mi poesía florece y se embellece con el dolor humano de la sobrevivencia. He pintado palabras mientras pasan los buses
llenos de hormigas, hacia destinos inciertos. Mis vecinos siguen siendo
enigmas, absurdos rompecabezas, sortilegios.
Mi apasionado cuerpo se mezcla con la música de los arpegios, de los maleficios del desasosiego. Una estrella me
revela la locura de las penas y de los secretos ciegos de los latidos
demoniacos, de las madrugadas.
Sé que he desmitificado los secretos de muchos pasados. Para todos es bueno reencontrarnos con el pasado, recorriendo
las huellas de nuestros antepasados. Sé que para muchos jóvenes seré un abuelo
loco y gocetas. He aprendido a vivir vagando desolado.
Ya no soy zarza para las caricias que desean repetirse. Me fascina escuchar la calidez en el cántico de los susurros
leves del mutismo amoroso. Regálame gotitas del sudor de tus sentimientos, para
embriagar a mi pasión.
Soy el escribano de la bitácora de tus orgasmos. A veces pienso que el silencio se expresa mejor que mis palabras. Sé
que las heridas del alma son incurables, cuando no se puede derramar el amargo
de las lágrimas, que saben a versos de ortiga. Pienso en la lentitud prolífica
de los bueyes que escriben pensamientos. Duermo como un animal cuando intentó
hacer el 5 – 7 – 5, que es la poética estructura silábica del haiku japonés.
No soy juglar, cantor, ni poeta y menos un romántico galán. Simplemente soy un amante de las palabras. No hables en
pasado, cuando el presente es el primer día del futuro. Deja que tu corazón me
hable
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