Porque realmente es muy dolorosa cualquier herida que se le haga al corazón, por muy grande o pequeña que sea, ponerle el dedo o removerla, nos hace decir o actuar lo que realmente no queremos porque sabemos muy bien, del daño que podemos hacer sin quererlo, y duele el doble no solo el que nos lo hagan sino también como eco hacerlo…
Y así mismo cargar con odios y resentimientos, el contemplar asuntos pendientes, nos estanca en el tiempo, no nos deja avanzar ni llegar a donde nos hemos propuesto, porque el dolor que permanece nos roba la paz, nos impide confiar y nos apaga los sueños…
Al entender que no es ningún ser superior quien se ponga siempre en el papel de digno u orgulloso y no sea capaz de pedir ni ofrecer el perdón, porque cree que eso solo se hace con Dios; sabiendo también que son demasiado soberbios aquellos que dicen que no se van a rebajar reconociendo que se equivocaron y en ese error a otros en el alma una herida le causaron… Prefiero liberarme de todo aquello que me cause tristeza y me robe la paz, por eso aunque no me lo pidas, yo te aprenderé a perdonar…
Te perdono porque así, me sanará más rápido y fácil mi herida, me sentiré libre de caminar por cualquier lugar, sin afectarme el escuchar tu nombre, tropezarme contigo o recordar lo que alguna vez pudo pasar… Al perdonarte se aliviana mi alma, me lleno de paz y me invade la calma, porque el perdón es de los sentimientos más sublimes que puede experimentar el corazón; amar y perdonar, es lo que más nos ha querido enseñar el mismo Dios…
Te perdono aunque no me pidas perdón, porque no quiero sentir nada en contra tuyo, ni experimentar que algo me pesa o me ata el corazón. Al perdonarte enfrento a todos esos monstruos que aparecen porque nacen de los sentimientos dañinos que puedan existir en lo más profundo de nosotros y nos hacen muchas veces perder la razón…
Te perdono y aunque las cosas no sean como antes, ya nada podrá detenerme ni dañarme, porque al perdonarte estoy reparando yo misma lo quebrantado que dejaste mi corazón… sé que ganaré esta batalla, aunque en algún momento quizás la sentí perdida, pero me di cuenta que mi mejor escudo es el amor que me invade y que sana todo y renueva nuestra vida…
Te perdono, con la sencillez y humildad que surge de mí, porque sé que nací para ser feliz, por eso, para no guardarte rencor, me quedaré con los recuerdos más lindos de lo que alguna vez esto que vivimos significó… con todo ello, concluyo este capítulo, inicio uno nuevo, me lleva de la mano Aquel que tanto nos ha amado y que su vida por nosotros entregó… no me cierro a ningún sentimiento, porque lo que me hace realmente vivir, es saber que puedo sentir muy dentro de mí, la grandeza y milagro del amor…
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