LA GENERACIÓN NINI

[El Perro Vagabundo Hector Cediel]

LA GENERACIÓN NINI

hay generaciones que engendran las sociedades como consecuencia de los factores socioeconómicos que impactan a los diferentes tipos de estratos sociales. Por lo general son generaciones que nacen sin nombre, hasta que se bautizan por caracterizar a una generación.

Hoy en día hemos visto generaciones fugaces, más marcadas por la moda musical, por expresar su rebeldía por medio de moda y peinados estrafalarios. Podríamos decir que son engendros underground del consumismo. Hijos fruto del desamor, de hogares absurdos en donde está ausente la figura materna y paterna. Hogares en los que los padres sin querer castran a sus hijos, al darles o brindarles absolutamente todo y en exceso o todo lo contrario.

Hoy la sociedad se cuestiona sobre una generación que no desea estudiar, ni trabajar, y que recurre a válvulas de escape violentas o agresivas. Jamás ellos puedan hablar de hombre a hombre o de mujer a mujer con sus padres. Existen odios y silencios profundos, porque las separaciones han generado una serie de padres o madres sustitutos; haciendo que los jóvenes aferren a falsas ilusiones. En muchos casos los adolescentes son maltratados o abusados. Socialmente son formados por la televisión con toda su carga negativa, además de inculcarles una alta dosis de violencia por medio de sus súper héroes o monstruos andrógenos.

En la adolescencia se aferran al sexo y a una serie de relaciones que los llevan desencanto en desencanto, hasta terminar en una especie de prostitución decente. Ni siquiera el pequeño milagro de un hijo los asombra, ya que no es más que un niño indeseado e inoportuno. Nos hemos olvidado de rescatar e inculcar los valores del pasado, porque sus padres vienen por lo general de abajo hacia arriba o han alcanzado cierto éxito, dando codazos o golpes sucios. Sin embargo la mayoría de los jóvenes pertenecientes a la generación NINI, viene no pertenecen a hogares que están lejos del bien y el mal, ya que son estratos demasiado altos.

La generación NINI es una forma menos agresiva de o para denominar a una generación de bastardos sin sueños, ni futuro, ni compromisos, ni responsabilidades. En la formación de los valores, juegan un papel muy importante en los pequeños recuerdos. El maltrato, el abandono, la sordera crean resentimientos y fantasmas en los niños. Muchos de estos jóvenes avergüenzan de sus familias, apellidos, o de las actividades de trabajo de sus padres por considerarlos vergonzosos.

El consumismo nos ha conducido a un mundo de apariencias. En una legión de estúpidos marquistas que se esclavizan de las Modas. El amor es una opción para huir de la realidad. Los jóvenes se enamoran como náufragos que se aferran al más mínimo afecto. Estos huérfanos sociales tienen que escribir a su manera y con base a su madurez el guión, ser productores y actores de sus propias miserias. Ninguno de ellos nos pueda hablar de sueños, porque su cerebros se han desconectado de la realidad o de esa sociedad que llamamos normal.

En verdad que aprender a vivir es aprender también a morir, o sea, tenemos que tener muy claro los pasos y caminos de la vida; pero muchos somos egoístas y dejamos que nuestros hijos aprendan como ciegos a vivir, estrellando se contra muros invisibles. Por eso se podría decir: pobres niños ricos.

El ejecutivo ejecutiva moderna nos saca tiempo para vivir el milagro de ser padres. La mujer no puede perder su feminidad, ni cambiar de actitud frente al sexo. El lesbianismo y el homosexualismo se da como consecuencia en muchos casos de esa búsqueda desenfrenada de afecto y sensaciones.

Quizás como le cantó John Lennon, todo lo que el mundo necesita es amor. Sin amor en la familia, que engendran sociedades enfermas y un mundo caótico. El joven ama y busca más a la muerte que a la vida. Prefiere las drogas y el alcohol, a enfrentar y vencer la vida. Simplemente no desea formar parte o ser un cerdo más, de esas sociales prostituidas. Sociales que no les ofrece verdaderos líderes. La generación NINI nace sin futuro, sin sueños, sin raíces. No son felices por estar vivos y muchos se sienten asfixiados en las colmenas urbanas que acinan al hombre.

Los estereotipos que se les impone no son congruentes con sus discursos. Van desencanto en desencanto. Ninguno aprecia el trabajo, porque nadie les enseñó a apreciarlo.

Es verdad que es difícil el aprender a aceptar los ciclos de la vida, pero el joven vive el hoy y el ahora, como si la vida se fuera a acabar mañana.

Es común en las clínicas psiquiátricas encontrarse a padres preguntándose: ¿en qué fallamos, si le dimos todo?. Precisamente son jóvenes indigestados con cosas materiales, porque se les olvidó lo más importante: el amor. El compartir, el ser amigos y cómplices de sus hijos.

Cuando abandonamos en vida los hijos, de nada vale unas exequias fúnebres o póstumas, lujosas y con ritos religiosos, que él mismo Nini odio y repudio en vida.

Hasta las religiones han sido un fracaso o motivo de un gran desencanto para estas generaciones. Más que dinero, hay que regalarles sueños a los jóvenes. Incentivarlos para que aprecien y se ganen las cosas. Muchas madres simplemente les dan cosas y dinero en exceso, para poder disponer del tiempo para sus amantes, mientras sus niños o niñas se distraen. Esta generación de huérfanos, hijos de padres ausentes, jamás podrán hablar de hombre a hombre con sus padres o de mujer a mujer con sus madres. El verdadero amor exige sacrificios y muchos padres no están dispuestos a hacerlo. Inclusive en caso de separarnos o de morir, tenemos que dejar más que simples recuerdos.

El Nini se crea, no nace. Cada persona es el artífice de la calidad de sus hijos y es responsable de los perdedores. La familia como célula de la sociedad, no puede seguir abortando este tipo de engendros.

Esta es una apreciación muy personal sobre las causas de esta generación NINI, que no desea estudiar, ni trabajar, ni hacer absolutamente nada.

Con aprecio, Héctor Cediel