Para realizar dicha práctica, podemos utilizar música clásica o adecuada para meditación o relajación.
Nos acomodamos en nuestra cama o en un sillón (preferentemente acostados). Con una actitud psíquica muy positiva.
Cerramos nuestros ojos y nos disponemos a realizar la relajación del día de hoy.
Lo primero que haremos será relajar nuestro cuerpo físico, para ello vamos a imaginar una luz azul celeste muy pero muy brillante, que penetra por la punta de nuestros pies y comienza a ascender por nuestro cuerpo. Vemos como esa energía penetra por nuestros dedos, los relaja, los distiende, sigue subiendo y relaja las pantorrillas, las rodillas y los muslos, relajando y armonizando estas zonas del cuerpo. Sigue ascendiendo esta energía maravillosa y relaja caderas, genitales, glúteos. Sigue subiendo y relaja aparato digestivo, pulmones, el tronco. Siempre combinando a "imaginación con la voluntad", guiando a esta energía muy brillante para relajar nuestro cuerpo. Se interna la luz azul celeste por nuestros pulmones, regula nuestra respiración (podemos hacer respiraciones lentas y profundas), luego relaja nuestro corazón, lo armoniza completamente. Siempre tratando de que la mente no divague, manteniendo la concentración. Visualizamos como penetra nuestra columna y vértebras, inunda nuestros brazos, penetrando en músculos y en cada articulación. Esta luz, relaja y distiende todo nuestro cuerpo. Por último la visualizamos en nuestro rostro, vemos como realiza un trabajo maravilloso, relajando pómulos, labios, nuestros ojos, asciende y distiende nuestra frente. Vemos ahora como penetra en nuestra cabeza y relaja todo esa zona. (Con nuestra imaginación, de esta manera relajamos todo nuestro cuerpo).
Una vez que tengamos el cuerpo físico libre de tensiones, relajaremos nuestra psiquis con suaves respiraciones que nos permitirán entrar en los niveles más profundos de la mente. Ya que el oxigeno es el alimento número uno para la vida de cada una de nuestras células, lo haremos con respiraciones: inhalando por la nariz y exhalando por la boca como soplando, librándonos de todas las tensiones psíquicas. Antes de iniciar el conteo visualizaremos un punto muy brillante. Con cada respiración veremos un número (comenzando en 10 y terminando en 0) a la vez que avanzaremos hacia el punto brillante. Al llegar a dicho punto seremos absorbidos por él.
Ante nosotros se cristaliza la imagen de un cálido paisaje: con una extensa playa donde el amanecer solitario pero lleno de vida al cobijo de la naturaleza, vemos que emerge del mar trepándose lentamente por el límpido cielo azul, un sol radiante que tiñe todo en naranja, rojo y dorado. Él disipa con su brillo la última bruma que quedara flotando sutilmente sobre la marejada. Las transparentes playas se ven matizadas en un sin fin de verdes azulados cada vez más brillante, ellas besan sin cesar las costas, ese manto de arena perfilado de tenues ocres brillantes, ellas besan sin cesar la costa, ese manto de arena perfilado de tenues ocres. Se destaca entre las lomas un oasis con imponentes palmeras que cargadas de copiosos dátiles se inclinan ondulantes, mecidas por el viento marítimo. A la vez que una bandada de gaviotas agitan suavemente sus alas y atraviesan lentamente el firmamento. Todo el lugar nos tramite su calidez, su vitalidad, su armonía. Sentimos la atracción hacia ese lugar tan maravilloso. Con la ropa adecuada al lugar, quizá sea ropa de baño o unas prendas muy livianas y frescas. Disfrutando de este lugar. Recorremos la playa o jugamos con las olas. En este lugar paradisíaco haremos lo que más nos guste, jugando con las arenas realizaremos construcciones o extenderemos el torso al sol. Disfrutamos de un día pleno de alegría, libres de toda preocupación. Si deseamos podemos jugar con las olas o internarnos en el mar, flotar, nadar, o sumergirnos en el agua y bucear, observando las brillantes algas y peces. Sentimos el agua, la tocamos, captamos si está fría o calida Y si preferimos remar encontramos una hermosa canoa o un bote para realizarlo. Nos sentimos muy felices en este lugar. También podemos corretear mariposas por la isla, contemplar las exóticas y aterciopeladas flores con sus exquisitos perfumes que nos embriagan. O quizá atraídos por los frutos silvestres los recolectamos, si queremos podemos tomar uno, lo tocamos, lo sentimos, y si queremos podemos ingerirlo, captando su sabor, mientras los pájaros con sus trinos nos contagian su optimismo.
Muy felices sentimos los cálidos rayos del sol como acarician nuestro cuerpo, como la brisa fresca y húmeda eleva nuestros cabellos. Lo contemplamos, nuevamente, lo recorremos con nuestra mirada: la isla con su vida y su hermosura, la playa solitaria, el mar, el cielo, el sol.
Al finalizar nuestra estadía en este maravilloso lugar, imaginaremos en cualquier lugar del paisaje un punto brillante, nos concentraremos en él, nos sentiremos muy atraídos, visualizando este punto de luz, realizamos respiraciones lentas y profundas, en cada respiración hacemos un conteo (del 0 al 10), siempre realizando una profunda respiración por cada número que visualizamos; al llegar al número 10, sentiremos una gran fuerza que nos succiona, hasta que nos absorbemos en el punto brillante.
Al salir de este hermoso paisaje, nos repetiremos mentalmente "Me encuentro en Perfecto Estado de Salud, con Fuerzas, con Energías".
Luego, poco a poco iremos tomando conciencia de nuestro cuerpo físico, y cuando lo creamos conveniente podemos salir de la relajación, realizando suaves movimientos.
Es MUY IMPORTANTE que en esta práctica tratemos de sentirnos en ese lugar, captar todas las cosas. Siempre utilizando la facultad de la imaginación.